Realizamos un paseo a caballo, acompañados únicamente del atardecer, llegando a un mirador en un cerro que está frente a la ciudad, cuando el sol nos va abandonando, nos reunimos alrededor de una fogata, un buen asado y conversación… De pronto en lo alto nos deslumbra un Rayo de Luz, un poco más lejos y nuestro camino quedará iluminado, montamos a caballo y regresamos a casa.

Montar nos aporta tranquilidad, nos libera del estrés y sobre todo nos regala un tiempo único de contacto con la naturaleza.

Dejamos atrás el ruido de la calle, los infernales atascos, el mal olor, el ruido de los móviles y alguna carga de oficina o universitaria.

Descubrir la precordillera es toda una aventura, a los pocos minutos de la salida se pierde de vista Santiago, cuanto más nos adentramos descubrimos la vegetación: los quillayes, espinos y boldos. Si tenemos suerte, incluso podremos toparnos con algún conejo, búho, loica o cóndor.

La nieve es una fiel compañera en invierno, quién pensaría que tras una hora de conducción ya estarías dejando tu huella.

¡VEN Y DESCUBRE ESTA EXPERIENCIA!